jueves, 15 de abril de 2021

PEDAGOGÍA DE LA MUERTE: UNA PERSPECTIVA ASERTIVA.

  LA MUERTE, MÁS VIVA QUE NUNCA

Los adultos damos por hecho que los niños no entienden la muerte o “no se dan cuenta de lo que sucede”. Bien, estamos equivocados. Los niños comprenden y sienten el proceso de duelo de la muerte. Entonces, ¿Por qué obviamos hablar de esta temática? ¿Realmente es violenta? Sí, pero tan natural como la vida misma. 

Recuerda, los niños son seres sociables y no podemos mantenerlos aislados de la realidad social.

Actualmente, la muerte está más viva que nunca en nuestro entorno debido a la situación desbordante generada por la COVID en la que diariamente escuchamos en los medios de comunicación o sentimos nuestro seno familiar la pérdida o fallecimiento de una persona. 

Tradicionalmente la muerte ha sido considerada tema tabú para la infancia, los adultos han tendido a enmascararla, pues su efecto a corto plazo es efectivo, pero que a la larga se traduce en desconocimiento que genera incertidumbre y miedo. 

Por ello, si los adultos normalizamos y visualizamos la muerte como la última fase del ciclo vital, podremos acompañar a los niños en el proceso de gestión emocional que genera la muerte con el objetivo de evitar desequilibrios emocionales que deriven en traumas y problemas psicológicos como señalan Deaton y Berkan (1995). Pero, ¿Cómo abordar el tema de la muerte con naturalidad con los niños? ¿Qué estrategias y herramientas tenemos a nuestra disposición? 

A continuación, daremos respuesta a estas cuestiones, no sin antes conocer la percepción que ellos tienen sobre la muerte.

Percepción de la muerte de los niños. 

Partiendo de la base que el niño nace sin miedo a la muerte ¿Cómo es posible que acabe teniéndola?. Esto se debe a que la muerte se trata de un miedo socializado infundado por el entorno cultural (De la Herrán, González, Navarro, Bravo y Freire, 2000).

En este sentido, los adultos tratamos de proteger a los niños evitando hablarles de la muerte porque tendemos a pensar que estos no la entienden o “no se dan cuenta de lo que sucede”. Nada más lejos de la realidad, tal como apuntan Talwar, Harris y Schleifer (2011), la capacidad de comprensión de la muerte a esta edad es concreta pues la conciben como un final, que afecta a todos los seres vivos y que se conecta con el cese de las funciones corporales. Del mismo modo, los niños perciben los sentimientos y emociones de las personas de su entorno y sienten su preocupación y ansiedad. 

En consecuencia, los niños tienen las herramientas cognitivas y emocionales necesarias para enfrentarse a la muerte, las cuales podemos potenciar si hablamos con naturalidad de la muerte. Además, paradójicamente, esta temática les genera mucha curiosidad y no debemos obviar sus inquietudes al respecto.

Llegados a este punto, ¿Cómo podemos acompañar a los niños en el proceso de comprensión y duelo de la muerte?

Acompañamiento emocional.

Se trata de que los niños nos sientan presentes en el proceso de comprensión o duelo, en su caso,  proporcionándoles seguridad afectiva y empatía, resolviendo sus inquietudes desde la sinceridad.  A continuación detallamos algunas estrategias para abordar la muerte con los niños desde una perspectiva natural y asertiva:

  • Mostrar una actitud calmada y tranquilizadora en constante contacto visual y físico. Sus emociones van a ser el reflejo de las nuestras. Nuestra actitud va a ser determinante para asociar su comprensión a emociones positivas o negativas. 

  • Utilizar un lenguaje claro y sincero no enmascarado de frases tipo “está en el cielo” o “te está viendo”, ya que esto les crea confusión. Por lo que cuando pregunten ¿qué es la muerte?, podemos contestar que (es la parada total del cuerpo), ¿por qué toda la gente tiene que morir? (porque toda la gente que nace debe morir para que otros seres puedan nacer también) y adónde va la gente cuando se muere (por ejemplo, no lo sé). No olvidemos que no disponemos de respuestas para todo. Además, es fundamental explicar que esta es irreversible (no vuelve a la vida) y definitiva y que supone el fin de las funciones vitales: el cuerpo ya no piensa, no siente, no ve, etc.

  • Aprovechar situaciones cotidianas y espontáneas para abordar el tema, teniendo en cuenta que el momento y el lugar sea relajado y tranquilo que favorezca la comprensión y la reflexión personal. Por ejemplo, experimentar y observar la muerte de un insecto o de una flor en el jardín como punto de partida para introducir los conceptos básicos del ciclo vital.

  • Buscar apoyo en recursos adaptados a su edad como los cuentos,  los mitos, los refranes, las películas y series, la fotografía, el teatro, la poesía, el dibujo, los títeres, las noticias, las canciones y obras musicales o el arte. Todo ello acompañado de una posterior verbalización de la situación expuesta. Especialmente los cuentos son una herramienta muy valiosa para trabajar la comprensión sobre la muerte y la expresión emocional, ya que los niños empatizan con las actuaciones y emociones de los personajes,  e incluso pueden jugar con las historias cambiándolas, representándolas, plasmándolas, etc.  

  • No obviar ignorar o menospreciar sus inquietudes acerca de la muerte. Al contrario, debemos ayudarles a identificar las emociones propias y ajenas, conectar con sus argumentos y reconducirlos hacia una perspectiva realista. 

  • Animar a que participen en las conversaciones mostrando su punto de vista,  y valorar, observar y evaluar todas aportaciones tanto verbales como las mostradas a través de otros medios de expresión (dibujos, juegos, canciones, etc.), pues son valiosas pruebas que nos aporta información sobre su desarrollo cognitivo y emocional. 

  • Incluirlos en los procesos familiares y hacerlos partícipes en la medida en que su edad se adecue a ellos para que expresen sus emociones en compañía y sientan que forman parte de su núcleo.

En resumen, los niños tienen  una comprensión limitada de la muerte que no elimina la percepción de la misma. Por lo tanto, la mejor forma de proteger a los niños de la muerte es potenciando sus estrategias cognitivas y emocionales para que aprendan a comprender el proceso natural de la misma. Además, no podemos obviar este tema porque nos aporta mucha información sobre su desarrollo madurativo. 

Os animo a perder el miedo hablar de la muerte porque la conversación es la mejor herramienta para acercar a los niños a la realidad que les rodea.


CUENTOS PARA FAVORECER LA COMPRENSIÓN DEL LA MUERTE


  • "Siempre", Ana Galan y Marta Sedano, ed. Bruño (+3 años)

  •  “El árbol de los recuerdos”, Britta Teckentrup, ed. Nube Ocho. (+3 años)

  • “ Vacío”, de Anna Llenas, ed. Bárbara Fiore (+3 años)
 
  •  “¿Dónde está el abuelo?”, Mar Cortina y Amparo Peguero, ed. Tándem Edicions. (+5-6 años.)

  • Soy la muerte", Elisabeth Hellando Larsen y Marine Schneider, ed. Barbara Fiore editoria (+5-6 años)

  • “ ¿Qué viene después del 1.000?”, Annette Bley, ed. Takatuka.  (+5-6 años.

 
  • "Para siempre", Camino García, Marco Recuero, ed. La fábrica de libros (+7-8

  • años)

  • “No es fácil, pequeña ardilla”, Elisa Ramón y Rosa Osuna, ed. Salamandra.  (+7-8 años) 

  • “Yo siempre te querré”, Hans Wilhem, Ed. Juventud.

                  

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

  • Deaton y Berkan, (1995). B. Deaton, W.A. Berkan. Planning and managing death issues in the schools. Greenwood Press, Westport, CT

  • Cortina y de la Herrán (2011). M. Cortina, A. de la Herrán. Pedagogía de la muerte a través del cine. Editorial Universitas, Madrid (2011)

  • De la Herrán et al., (2000). A. De la Herrán, I. González, M.ª.J. Navarro, S. Bravo, V. Freire. ¿Todos los caracoles se mueren siempre? Cómo tratar la muerte en educación infantil. Ediciones de la Torre, Madrid.